- Distribución temporal de actividades y gestión del tiempo
Una correcta distribución temporal viene acompañada de una correcta distribución espacial. La planificación del ambiente espacial y temporal implica también disponer de elementos participantes en el proceso de cumplimiento de objetivos, es decir, todo aquello que oriente al emprendedor a cumplir sus metas con la mayor eficacia posible.
A la hora de gestionar el tiempo es importante mantener periodos y rutinas estables para que los emprendedores se sientan seguros/as, pero a la vez permanecer en continua actividad, interactuando con el entorno. Esto permitirá anticipar acontecimientos, adquirir conciencia temporal, estructurar la relación espacio-tiempo y conseguir la seguridad y confianza necesarias para crecer profesionalmente.
También es importante que el emprendedor sea capaz de gestionar los tiempos de descanso, tan importantes para la consecución de objetivos como la dedicación a la actividad.
El talento es un concepto que viene estrechamente ligado a los logros o éxitos obtenidos a lo largo de la vida en un área concreta.
El talento no es innato, es decir, se puede alcanzar tras dedicar esfuerzo y tiempo a la actividad objetivo.
El talento está muy relacionado con la motivación. Ésta permite el alto grado de compromiso y la implicación necesarios para llegar a ser un emprendedor/a talentoso/a.
Es la capacidad que tienen los individuos para influir en la forma de ser o actuar de las personas, haciendo que éstas trabajen con entusiasmo hacia la consecución de sus objetivos.
Involucra otras capacidades como tomar la iniciativa, incentivar, motivar y gestionar los recursos de forma eficaz y eficiente.
El liderazgo no es una distribución desigual de poder. Las actividades se organizan de tal modo que cada miembro del grupo tiene cierto poder a la hora de desarrollar las actividades e ideas de negocio.
- Evaluación y auto-gestión personal
La autogestión es la capacidad de tener un nivel adecuado y equilibrado de control y perspectiva. La finalidad es conseguir gestionar los asuntos propios, no responsabilizando a otros de éstos.
Cuando se habla de control, se habla de conseguir la sensación de no tener estrés. Tener una visión completa sobre el entorno, de todos los compromisos, las acciones propias, las ideas y la información.
Cuando se habla de perspectiva, se habla de la capacidad para decidir. Es necesario definir y tener claras las responsabilidades, objetivos y metas, así como ser consciente de las consecuencias que tendría no abordar de forma responsable alguna de ellas.
La autogestión abre la posibilidad de ser mucho más efectivo y armonioso. Permite conocer con mayor certeza qué cosas hay que hacer y qué resultados hay que conseguir de la mejor manera posible.
- Comunicación y habilidades interpersonales
La comunicación nos sirve para dar a conocer pensamientos, ideas, sentimientos y deseos a otras personas.
Las habilidades interpersonales son el medio para enviar mensajes a otros mediante gestos, palabras, posturas y expresiones faciales.
Es importante saber que la mayor parte de la comunicación se lleva a cabo mediante mensajes no verbales, por ejemplo: el contacto visual, los gestos, el tacto, la proximidad, la postura, la forma de vestir y las expresiones faciales.
No todo el mundo interpreta la comunicación no verbal del mismo modo, ya que existen diferencias individuales y culturales, por lo que es muy importante tener un amplio repertorio de expresiones no verbales.
- Gestión del riesgo y la incertidumbre
El riesgo es un hecho externo al individuo, que puede acontecer o no en algún momento determinado. El riesgo puede ser contemplado como una fuente de incertidumbre.
El objetivo no debe ser eliminar los riesgos, sino gestionarlos y controlarlos, para lo que se necesita la capacidad de identificarlos y medirlos.
La incertidumbre hace que las personas se mantengan alerta, les obliga a improvisar y a mejorar constantemente sus capacidades. Se puede entender la incertidumbre como un proceso que hace del aprendizaje una necesidad.
Gestionar la incertidumbre implica aceptar los fallos como parte del proceso de gestión, asumiendo que son un elemento fundamental de mejora. El error se entiende como un resultado no deseado, una acción o gestión incorrecta que rompe la certidumbre de un resultado adecuado y deseado. No obstante, a veces el error abre otras posibilidades.